Mercurio: Un planeta no tan conocido

jueves, 8 de diciembre de 2016

Mercurio: Un planeta no tan conocido


Imagen de Mercurio tomada por la sonda MESSENGER (fuente: NASA)

Hablaremos hoy de uno de los planetas más cercanos a la Tierra del Sistema Solar, pero a la vez (debido a su particular posición tan cercana al Sol que hace que llegar a él sea complicado por las condiciones extremas) uno de los menos explorados. Este artículo pretende ser un compendio de datos sobre este objeto astronómico que ayuden a conocer mejor su naturaleza e historia.

Nomenclatura

Del mismo modo que el resto de los planetas de nuestro Sistema Solar, su nombre proviene de una deidad de las mitologías clásicas. Mercurio era el dios romano del comercio, hijo de Júpiter. Este nombre se relaciona con la palabra 'merx', término latino para 'mercancía'. El equivalente de Mercurio en la mitología griega es Hermes.

Singularidad orbital

Representación de la precesión del perihelio de Mercurio (fuente: University of Alberta)

Mercurio tiene una órbita muy particular, que quebró las cabezas de muchos astrónomos durante siglos. Es la más excéntrica de las de los planetas menores, y además es la única de las observadas en nuestras cercanías que no puede ser totalmente predicha por las ecuaciones clásicas de Newton: existe un desplazamiento anual ínfimo en la posición de su perihelio -punto de la órbita más cercano al Sol) con respecto a la que establecerían para él las leyes newtonianas, de unos segundos de arco (aproximadamente la amplitud con la que veríamos una moneda a 1 kilómetro de distancia), que no podría explicarse sin añadir algo más a la teoría. No fue hasta el siglo XX, cuando apareció Einstein con su Teoría de la Relatividad, cuando fuimos capaces de predecir a la perfección esta precesión orbital. Esta capacidad de predicción fue, precisamente, uno de los principales espaldarazos que dicha teoría tuvo para ser definitivamente aceptada.

Días de duración similar a sus años

Imagen compuesta de la órbita observada de Mercurio durante el año 2006 (fuente: NASA)


Otra aspecto orbital muy particular de este pequeño planeta - tras el descarte de Plutón, el más pequeño de nuestro Sistema -, es su relación de frecuencias: Su periodo de rotación (lo que equivaldría, en términos terrestres, a un día) dura la altísima cifra de 2/3 de lo que tarda en dar una rotación completa al Sol (es decir, lo que equivaldría a un año). Esto, además de significar que un día en Mercurio dura casi tanto como un año, provoca un impresionante fenómeno en algunos puntos privilegiados del planeta, desde los cuales se puede ver una doble puesta solar: El Sol sale y recorre la mitad de su camino natural, antes de pararse en su punto más alto y comenzar un retroceso hasta ponerse por el punto de donde salió. Tras esto, vuelve a salir para, ahora sí, recorrer todo el trayecto hasta ponerse por el punto cardinal opuesto.

Exploración de Mercurio

Sonda Mariner 10 (izquierda) y MESSENGER (derecha) (fuente: NASA)
En cuanto a su exploración, habrá a quien sorprenda saber que es un mundo mucho menos visitado  que otros planetas más lejanos a la Tierra. La influencia gravitatoria solar hace complicado enviar sondas que puedan establecerse en su órbita un tiempo significativo. Sólo se enviaron 2 sondas a estudiar el planeta hasta la fecha, siendo la Mariner 10 la primera de ellas en 1973, que sería seguida posteriormente por la MESSENGER más de 30 años después:

  • Mariner 10: Esta sonda tardó sólo un año en llegar a Mercurio, aunque sólo pudo hacer fugaces pasadas sobre el planeta durante su misión, pues por sencillez (debido a la ya citada complejidad de establecerse en órbita estable alrededor de él) se optó hacer que orbitase al Sol en lugar de a Mercurio. En su órbita se cruzó 3 veces con el planeta antes de dejar de funcionar para siempre. La misión Mariner, aunque breve, permitió estudiar casi un 50% de la superficie del planeta y su campo magnético (similar al terrestre, contra las teorías predominantes que optaban por descartar su existencia dándolo como un planeta muerto con un núcleo inerte). Este campo implicaba que existía un núcleo vivo como el terrestre y actividad tectónica. Debido al progresivo enfriamiento y solidificación (que provoca contracción del material) de este núcleo se pudo comprobar también que Mercurio encoge progresivamente.
Comparación entre los núcleos de Mercurio y La Tierra


  • MESSENGER (MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry and Ranging): Tardó 7 años de maniobras gravitacionales en llegar (2004-2011) debido a la ya conocida fuerte influencia solar sobre las inmediaciones del planeta. Por supuesto, podría haber llegado mucho antes igual que hizo Mariner, pero en este caso se buscó (con éxito) orbitar el planeta en lugar de verlo de pasada. MESSENGER consiguió mapear el 100% del planeta y estuvo activa recogiendo datos hasta 2015, cuando se le hizo caer de su órbita y chocar con el planeta. MESSENGER también ayudó a comprobar que, a pesar de que puede sorprender en un planeta tan cercano al Sol, en Mercurio hay hielo (zonas amarillas de esta imagen).La razón de este hecho es que su eje de rotación es tan estable que existen zonas frías en algunos cráteres en las que nunca llega radiación solar.
Cuenca de impacto de Rembrandt, una zona de alta presencia de cráteres recientes debido a impactos hace aproximadamente 4000 millones de años (imagen de MESSENGER)
Carencia de satélites

Su despreciable influencia gravitatoria respecto a la del Sol, unida a la cercanía respecto a este, hacen de Mercurio un planeta sin satélites propios. Véase también que, cuando hablamos de cercanía, esta es relativa, pues no deja de estar a unos 70 millones de kilómetros de nuestro astro, más o menos lo que de media lo separa de la Tierra. No obstante, es una distancia suficiente (debida también de forma clave a las particularidades atmosféricas) para que las temperaturas máximos entre ambos cuerpos  sean muy diferentes. Si la temperatura de la fotosfera Sol es de unos 6000K, las máximas de Mercurio llegan hasta más de 700K (unos 400ºC), algo impensable en nuestra Tierra.

Pequeñas dimensiones


Su pequeño tamaño puede ser mejor comprendido en comparación con la Tierra. Su masa es un 5% de la de nuestro planeta, y su superficie sólamente abarcaría aproximadamente un 15% de la terrestre, lo que quiere decir que si desplegáramos en un plano y lo superpusiéramos sobre la Tierra, no abarcaría más de lo que ocupan aproximadamente África y Eurasia juntos.

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